Carlos Vera Pinto es un percusionista y profesor chileno nacido el 2 de julio de 1950 en la ciudad de Santiago. A pesar de su vasta y destacada trayectoria, representa un caso poco frecuente en el ámbito de la música docta, pues aún cuando manifestó un gusto por la música desde niño, no cuenta con antecedentes musicales en el entorno inmediato. Con su hermano menor Patricio, compositor y guitarrista, incursionará inicialmente en la música popular, influenciados por la agrupación británica The Beatles, y componiendo material propio con marcadas influencias del rock sinfónico. En 1978 contrae matrimonio con Mirna Larrucea, profesora de Historia y actual ejecutiva de inversiones extranjeras en instituciones financieras privadas. Es padre de dos hijos: María Constanza, cientista política radicada en Suecia, y Carlos Andrés, percusionista radicado en Alemania y actual integrante de la Orquesta del Teatro de la Ópera de Baviera, en Munich, Alemania.
A los doce años Carlos Vera manifiesta un marcado interés por los elementos percutivos, y a los dieciséis años obtiene su primera batería, iniciando el año 1967 los estudios formales en la Escuela Experimental Vespertina de la Universidad de Chile de la mano del vibrafonista y compositor Guillermo Rifo (1945-2022), quien permitió que Carlos Vera descubriera nuevos horizontes en el ámbito de la percusión. Después de dos años y ya siendo un alumno avanzado, se retira de esta institución para continuar sus estudios con el maestro Rifo, esta vez en el Instituto de Música (IMUC) de la Pontificia Universidad Católica, donde desarrolla su carrera entre 1970 y 1976, obteniendo el título profesional de Intérprete Musical con mención en Percusión. Posteriormente se desempeña en dicha institución como profesor ayudante y finalmente como profesor titular, quedando a cargo de la cátedra de percusión entre 1981 y 2017. Desde entonces, continuará dedicado a la docencia en la Academia de Percusión Clásica y Contemporánea, de la cual es fundador.
Durante su vida académica, destaca su constante afán por innovar en los programas de estudio, logrando que un Taller de Improvisación de Jazz y la cátedra de Batería y Percusión Latina fueran considerados como actividades curriculares. Esto contribuyó a entregar a los estudiantes de percusión una gran cantidad de información y elementos técnicos necesarios para abordar no sólo un repertorio clásico, sino también contemporáneo y popular. De esta manera la Cátedra de Percusión del IMUC termina posicionada en un lugar destacado a nivel nacional e internacional.
El espacio reservado a la música popular por Carlos Vera se vio potenciado cuando el año 1978 – a instancias de su mentor Guillermo Rifo – comienza a participar como vibrafonista en diferentes programas de televisión, llegando incluso a ser miembro estable de la orquesta del Festival de la Canción de Viña del Mar entre los años 1979 y 1996, instancia que le permitió estar en contacto con renombrados directores de orquesta extranjeros que visitaban el certamen, entre ellos Ray Conniff y Paul Mauriat. Su participación junto al compositor y multiinstrumentista Roberto Lecaros en el programa “Chile te invita”, del Canal 13, lo acercará aún más al lenguaje jazzístico. Esto lo impulsa a integrar los talleres de jazz que Lecaros comienza a dictar en 1981, reforzando sus inquietudes en ese ámbito del repertorio popular y permitiéndole además mejorar su técnica interpretativa. Su actividad como vibrafonista de jazz lo lleva a fundar e integrar varios conjuntos de diferentes estilos. Entre ellos cabe nombrar a los grupos Nexus (activo entre los años 1986 y 2006), Mamblues (2000 a la actualidad), Big Band UC (2001 al 2015 y a partir del 2011 llamada Reko Big Band). A ello se debe agregar que, por diversos factores, entre los años 1981 y 2001 fue el único vibrafonista activo en el país. Esta práctica de ejecutar una gran cantidad de música en directo cada día, de acuerdo al propio Vera Pinto, implicó una gran ayuda al momento de dedicarse a la docencia. En ese sentido, es posible afirmar que, en su tránsito constante entre lo popular y lo docto, Carlos Vera comparte un espacio común dentro de la percusión chilena junto a Patricio Salazar y Guillermo Rifo.
Su trabajo como músico de televisión comienza a declinar, por voluntad propia, a principios de la década de 1990, cuando Vera Pinto opta por la docencia y por diferentes proyectos de investigación que desembocaron en grabaciones de discos y la publicación de los textos La Percusión: Visión General (1996) y Manual de Percusión (2001). Una constante en esta nueva etapa será el desarrollo de sus capacidades creativas y un afán por innovar lo ya existente, lo que finalmente se transformará en un sello durante su vida académica. Puntualmente su labor como investigador le permitirá abordar una serie de obras compuestas para ensambles de percusión, estudiarlas en profundidad y posteriormente grabarlas. En este marco, su trabajo con el Grupo Percusión UC, que dirigió entre los años 1983 y 2017, es uno de los hitos artísticos más importantes de su carrera. Este ensamble fue pionero en la difusión de la música para ensamble de percusión, nacional e internacional, instancia que quedó plasmada en cuatro grabaciones con música de compositores nacionales.
La faceta de docente también lleva a Carlos Vera a relacionarse con instancias internacionales de formación de instrumentistas. En ese sentido, la asistencia a diversos congresos y talleres de la especialidad en Estados Unidos resultaron vitales en su formación y perspectiva como docente. En ello juega un rol fundamental su ingreso el año 1988 a la Percussive Arts Society, entidad estadounidense que genera publicaciones bimensuales consideradas por Carlos Vera Pinto como “una verdadera enciclopedia de la percusión” (Vera, entrevista 2021), además de organizar convenciones anuales que han servido para ampliar su horizonte académico e interpretativo. A ello se suma la relevancia del Programa de Profesores Visitantes implementado por la Pontificia Universidad Católica, instancia que complementaba lo anterior por medio de clases individuales, ensambles y conciertos impartidos por académicos extranjeros.
Paralelamente a esta actividad docente y musical desarrollada en la P. Universidad Católica y su dilatada actividad como percusionista contemporáneo, participó por más de veinte años en diferentes orquestas sinfónicas, de cámara y de ópera de Santiago y regiones.
La dilatada trayectoria musical y académica de Carlos Vera Pinto ha sido reconocida al menos en dos oportunidades: al cumplir oficialmente veinticinco años como parte del cuerpo académico del IMUC y el año 2017 por la SCD por cumplir cincuenta años de trayectoria. De acuerdo con las reflexiones del propio intérprete, en este punto cabe señalar que la prevalencia del trabajo colectivo – sea en agrupaciones de jazz o ensambles de formación mixta – por sobre el trabajo solista probablemente haya jugado en contra de alguna otra distinción que lo destaque de manera más personal, aun cuando consigna una cantidad importante de conciertos como solista e incluso incursionando en el terreno de la composición. Por cierto, su trabajo ha estado enmarcado por una suerte de filosofía relacionada con el “hacer lo que se tiene que hacer”, instancia que el año 2021 – en el II Concurso Formativo de Percusión Online organizado por la FOJI y dedicado a él – finalmente lo posiciona como una figura fundamental para el desarrollo de la percusión en Chile.
Algo que caracteriza a Carlos Vera, en el marco de la constante innovación que lo ha motivado siempre, es la condición por él mismo denominada de “desarreglador”, que dice relación con sus adaptaciones para ensamble de percusión de obras pertenecientes al repertorio de música chilena contemporánea, siendo un ejemplo de ello la Suite Cuequera, incluida en el disco Música Chilena grabado por el Grupo de Percusión UC el año 2002 (y publicado el 2005) y que comprende una serie de cuatro piezas del compositor Guillermo Rifo. Esto marcaría una línea de acción que privilegia la puesta en valor del potencial de los instrumentos de percusión como parte de un ensamble, considerando siempre el repertorio chileno como punto de inicio. Su opción por innovar lo ha llevado a ampliar el horizonte del lenguaje de la percusión más allá de lo que se conoce como “tradición escrita”, rearticulando el lenguaje docto y llegando a trabajar sobre las canciones “Caicaivilu”, “Charagua” y “El derecho de vivir en paz” de Víctor Jara y “Cuando amanece el día” de Ángel Parra, obras incluidas en el último disco registrado el año 2013 junto al Grupo de Percusión UC. Este trabajo constituyó además un valioso material de estudio para sus alumnos de la cátedra de percusión.